viernes, 6 de septiembre de 2013

Camionetas al campo: I



A principios del siglo pasado, eran muchos y mal organizados, los transportistas que operaban entre el Protectorado Español de Marruecos y Melilla. El transporte pasajeros se hacía en precarios omnibuses o viajeras, de escasa  potencia e incomodos asientos en carrocerías de madera. Dotados de un conductor, propiamente dicho,  y un ayudante que también hacía las veces de revisor/cobrador acomodando al viajero y los bultos, siendo responsable de cobrar los importes del trayecto.  Recorrían todo el Rif, haciendo incontables paradas en las poblaciones por donde pasaban. Circulaban con resignado esfuerzo, por las estrechas y retorcidas carreteras de la meseta salvando peligrosos desniveles y profundos barrancos poniendo constantemente a prueba la pericia de los conductores. Como curiosidad, los vehículos tenían doble matrícula ME/ML (Marruecos Español/Melilla) para poder ejercer su actividad en los dos territorios.
Empresas como La Hispano Francesa, La Valenciana, La Sevillana, La Andaluza, Moncada, Vera y Cía.... Nombres todos que nos recuerdan la pluralidad de sus orígenes y la tierra de oportunidades que significó el Protectorado de Marruecos.


Es el caso de Transportes La Valenciana, que compaginó el transporte de mercancías con el de viajeros. Fundada por la familia Llodrà, es un referente para todos los que vivieron en aquella época. Empezaron la aventura partiendo de dos chasis de camión rescatados de un carguero a medio hundir en la bocana del puerto de Tánger. Hacían la línea Melilla-Tetuán de forma regular. Construyeron el Parador de Ketama, como lugar de descanso o de refugio cuando la climatología adversa lo aconsejaba. Pionera en establecer un vehículo rápido de menores dimensiones que hacía el trayecto hasta Villa Sanjurjo casi en la mitad de tiempo, a la que los usuarios apodaron La Rápida.

Parador de Ketama




Moncada, Vera y CIA, llegaban hasta  Midar  haciendo  paradas  en diversas poblaciones   y campamentos. Las camionetas de Transportes Maanán llegaban hasta Nador o Farhana y  fueron las últimas en desfallecer a finales de los setenta.
Empresas y personas que irremediablemente dieron al traste con el empeño de su vida. Una oportunidad perdida con la independencia de Marruecos. La nacionalización del transporte terrestre y el abandono del estado español hizo que perdieran sus inmuebles y derechos. Desde aquí, un homenaje a aquellos esforzados emprendedores que, sin merecer tan triste final, tuvieron que rehacer sus vidas.

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