Guiseppe Merosi preparó en 1923, cuatro Alfa Romeo RL para una de las más afamadas carreras de automóviles del momento: la Targa Florio de Sicilia. Hasta entonces, las aspiraciones deportivas de la joven casa milanesa se habían visto truncadas, debido a la
inexperiencia o la mala suerte. Las máquinas fueron confiadas a las manos de Antonio Ascari, Enzo Ferrari, Giulio Masetti y Ugo Sivocchi. Este último, amigo íntimo de Ferrari, era un piloto de gran experiencia
y conocimientos técnicos, pero a menudo en desventaja por la mala
suerte y era considerado el "eterno segundo".
Para alejar la mala suerte Sivocci había pintado en esta ocasión en
la parrilla de su coche un cuadrado blanco en el que se destacó un trébol
verde de cuatro hojas como sinónimo de fortuna. El buen desarrollo de la carrera en el circuito de Madonie,
convenció a los miembros supersticiosos del equipo Alfa Romeo acerca de
la eficacia de ese amuleto.
Ya en la carrera, las posibilidades de ganar se limitaron al trío de cabeza, formado por Ascari y Sivocci, seguido por
Minoia. A sólo doscientos metros de la meta, el "RL" de Ascari se
averió, terminando segundo detrás de Sivocci que, mientras tanto, había
cruzado la línea meta como ganador, ofreciendo así la primera victoria de
Alfa Romeo a nivel internacional.
Lamentablemente, y como para confirmar la magia del trébol de cuatro hojas, unos meses
más tarde, el 1 de septiembre de 1923, Sivocci
perdió la vida en un trágico accidente. Fue en el circuito de Monza durante las pruebas de
Gran Premio de Europa. En ésta ocasión, el coche del piloto carecía del trébol. Esta coincidencia causó gran efecto entre los pilotos,
mecánicos y técnicos de la serpiente.
Desde la temporada en 1924, y en memoria de Sivocci, las parrillas de los Alfa Romeo de
competición están decoradas con un trébol de cuatro hojas y el cuadrado blanco se transformó en un triángulo, como
símbolo de su ausencia.
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